DUELOS Y QUEBRANTOS
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DUELOS Y QUEBRANTOS
DUELOS Y QUEBRANTOS
A lo largo del Siglo de Oro se citan, en distintos libros, los grandes banquetes reales o los que ofrecían los nobles o los alcaldes de las ciudades a diversos monarcas o embajadas. En la obra de Martínez Montiño, cocinero real, aparecen platos suntuosos, e, incluso, en algunos conventos, como se puede ver en la presente obra, se preparaban recetas dignas de príncipes, como el faisán de Alcántara, y otras parecidas. La realidad del pueblo era muy otra, y los conventos, como también se puede apreciar, daban de comer a cientos de pobres y de peregrinos, siendo el plato fundamental la llamada sopa de convento, de pobres o sopa boba.
La expresión “duelos y quebrantos” aparece una y otra vez en las novelas, obras de teatro y en los manuscritos conventuales; Cervantes la usa en Don Quijote en distintas ocasiones. En realidad son huevos fritos con torreznos, como lo afirma Pedro Calderón de la Barca:
“Huevos y torreznos bastan que son duelos y quebrantos”.
Plato que se puede hacer en breves momentos y que lo podían ofrecer en los conventos a viajeros cansados y hambrientos. Sin embargo, Lorenzo Díaz, en su obra Recetario del Quijote, ofrece una receta algo diferente:
“Ingredientes: Huevos, tocino entreverado, jamón, sesos de cordero, manteca de cerdo, sal,
pimienta.
Modo de hacerlo: Se fríen el jamón y el tocino en trozos, en una sartén amplia, utilizando la propia grasa que sueltan los torreznos. Se cuecen los sesos, se limpian, se trocean y se saltean en un poco de manteca de cerdo.
Se baten los huevos, se salpimentan y se hace un revuelto con los ingredientes anteriores.
Se puede servir adornado con pan frito”.
A lo largo del Siglo de Oro se citan, en distintos libros, los grandes banquetes reales o los que ofrecían los nobles o los alcaldes de las ciudades a diversos monarcas o embajadas. En la obra de Martínez Montiño, cocinero real, aparecen platos suntuosos, e, incluso, en algunos conventos, como se puede ver en la presente obra, se preparaban recetas dignas de príncipes, como el faisán de Alcántara, y otras parecidas. La realidad del pueblo era muy otra, y los conventos, como también se puede apreciar, daban de comer a cientos de pobres y de peregrinos, siendo el plato fundamental la llamada sopa de convento, de pobres o sopa boba.
La expresión “duelos y quebrantos” aparece una y otra vez en las novelas, obras de teatro y en los manuscritos conventuales; Cervantes la usa en Don Quijote en distintas ocasiones. En realidad son huevos fritos con torreznos, como lo afirma Pedro Calderón de la Barca:
“Huevos y torreznos bastan que son duelos y quebrantos”.
Plato que se puede hacer en breves momentos y que lo podían ofrecer en los conventos a viajeros cansados y hambrientos. Sin embargo, Lorenzo Díaz, en su obra Recetario del Quijote, ofrece una receta algo diferente:
“Ingredientes: Huevos, tocino entreverado, jamón, sesos de cordero, manteca de cerdo, sal,
pimienta.
Modo de hacerlo: Se fríen el jamón y el tocino en trozos, en una sartén amplia, utilizando la propia grasa que sueltan los torreznos. Se cuecen los sesos, se limpian, se trocean y se saltean en un poco de manteca de cerdo.
Se baten los huevos, se salpimentan y se hace un revuelto con los ingredientes anteriores.
Se puede servir adornado con pan frito”.
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